Hola amigas y amigos lectores de “Tiempo de Cozumel” de mi querido e inolvidable hermano Rafael Aguirre Rivera, al que siempre estaré agradecido por permitir expresarme en las planas de esta prestigiada publicación.
Esta ocasión les comentaré de una preocupación que me tiene sumamente confundido, y he tomado como apoyo las palabras de DON MARIO MORENO “CANTINFLAS”: “Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”.
En aproximadamente cinco décadas verdaderamente los adelantos tecnológicos se han disparado con todo lo que dan, y los que somos de principio del siglo pasado nos vemos en la mayoría de las veces rebasados en nuestra capacidad de asombro.
Pero…ahí está el pero, esta velocidad con que se vienen precipitando los adelantos tecnológicos, nos han tomado por sorpresa y no nos permiten reaccionar como seres pensantes y herederos de la perfección de la creación, tanto biológica, como psíquicamente, con un bagaje de valores universales que nos “distinguen” de los seres irracionales.
Y esta sorpresa se refleja en que hemos ido dejando a un lado eso precisamente, los valores universales, para darle paso al uso y abuso del uso de la tecnología, y ésta tan poderosa y veloz, nos tiene absortos forjando el que no hagamos un alto, para recordar, reconocer, disfrutar y utilizar la magia de la naturaleza que nos grita desesperadamente el descuido tan grande que tenemos con ella, a tal grado que atentamos en su contra, y por si fuera poco atentando en contra de nosotros mismos.
Y así, sin mayor desenfado vamos experimentando los estragos que se vienen sucediendo como consecuencia del calentamiento global, el famoso cambio climático que ha ido cambiando drásticamente la geografía de nuestro planeta, y esto nos va llevando ya no poco a poco, sino en forma acelerada con afectaciones que causan gran daño a las poblaciones de las zonas impactadas.
Y lo terrible, que este este deterioro es irreversible.
Y no se trata de plasmar en la entrega de esta ocasión un sentido catastrófico, se trata de ser realistas y aprovechar este espacio para analizar otro gran sismo que late entre el centro mismo de la humanidad.
Nuestro desapego a nosotros mismos, a nuestras familias hoy más que nunca.
Nosotros con la aflicción de cubrir nuestras necesidades básicas, en una mezcolanza del mal manejo de la tecnología en cuanto al uso y abuso del espacio cibernético, el cual trasladamos a nuestras descendencias, logrando con esto un estado absoluto de incomunicación con nuestros seres queridos y dependientes próximos, y en la mayoría de las veces sumergidos en la navegación del internet en mares de banalidades, por no tener tiempo para reflexionar y analizar lo fácil que nos llega tanta información, parte de ella de mucha utilidad y otro tanto de toneladas de basura que se cuela por las llamadas “redes sociales”.
Basura que no podemos controlar y que llega impunemente a nuestros hijos, porque no tenemos el tiempo para convivir con ellos, porque esos tiempos de que en la hora de los sagrados alimentos además de nutrir nuestro organismo, se nutrían nuestros principios morales, se reforzaban nuestros valores universales y lo más importante, nuestros padres y nosotros estábamos enterados de nuestros triunfos y fracasos, y se tenía tiempo para reflexionar, corregir y caminar más seguros hacia nuestras inquietudes próximas.
No, no se trata de ser fatalista, se trata de hacer un pequeño esfuerzo y retomar, aún es tiempo, lo bueno de esos momentos en que el concepto de “FAMILIA”, era algo definido y de una manera u otra fortalecía el desarrollo de nuestra nación.
Estamos viviendo hoy más que nunca gracias a el mal uso de los adelantos tecnológicos, un desamarre desgarrador en nuestras familias, trayendo por consecuencia un resquebrajamiento social del cual se están aprovechando y sirviéndose con la cuchara grande, una pequeña pero organizada masa humana de ambiciosos que hacen y deshacen lo que se les da la gana, desde los puestos públicos, hasta en gran parte del territorio de nuestro país, del cual se han apoderado para ostentar el poder que les reditúa en grandes riquezas, a costilla de los pocos núcleos productivos que aún quedan.
Que no te de pena, reúne lo que tienes, lo que es realmente tuyo, y que debes de proteger y conducir hacia un futuro más promisorio, tu familia.
Que todos pongan de su parte para poderse reunir de nueva cuenta y convivir, y así darse cuenta de que hay mucho de bueno en cada uno de ustedes.
¡Ah!...Pero eso sí, cuando lo logres, lo primero que se tiene que hacer es dejar todo aparato de comunicación apagado y alejado de donde sea la reunión.
No lo tomes a mal querido amigo, estimada amiga, este ejercicio será sumamente estimulante para todos.
Espero estar de nuevo ante tus ojos el próximo mes, y mi recuerdo por siempre a mi hermano RAFAEL AGUIRRE RIVERA y me felicitación a su valioso equipo que continúan cumpliendo con este compromiso para con la comunidad de Cozumel .
Esta ocasión les comentaré de una preocupación que me tiene sumamente confundido, y he tomado como apoyo las palabras de DON MARIO MORENO “CANTINFLAS”: “Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”.
En aproximadamente cinco décadas verdaderamente los adelantos tecnológicos se han disparado con todo lo que dan, y los que somos de principio del siglo pasado nos vemos en la mayoría de las veces rebasados en nuestra capacidad de asombro.
Pero…ahí está el pero, esta velocidad con que se vienen precipitando los adelantos tecnológicos, nos han tomado por sorpresa y no nos permiten reaccionar como seres pensantes y herederos de la perfección de la creación, tanto biológica, como psíquicamente, con un bagaje de valores universales que nos “distinguen” de los seres irracionales.
Y esta sorpresa se refleja en que hemos ido dejando a un lado eso precisamente, los valores universales, para darle paso al uso y abuso del uso de la tecnología, y ésta tan poderosa y veloz, nos tiene absortos forjando el que no hagamos un alto, para recordar, reconocer, disfrutar y utilizar la magia de la naturaleza que nos grita desesperadamente el descuido tan grande que tenemos con ella, a tal grado que atentamos en su contra, y por si fuera poco atentando en contra de nosotros mismos.
Y así, sin mayor desenfado vamos experimentando los estragos que se vienen sucediendo como consecuencia del calentamiento global, el famoso cambio climático que ha ido cambiando drásticamente la geografía de nuestro planeta, y esto nos va llevando ya no poco a poco, sino en forma acelerada con afectaciones que causan gran daño a las poblaciones de las zonas impactadas.
Y lo terrible, que este este deterioro es irreversible.
Y no se trata de plasmar en la entrega de esta ocasión un sentido catastrófico, se trata de ser realistas y aprovechar este espacio para analizar otro gran sismo que late entre el centro mismo de la humanidad.
Nuestro desapego a nosotros mismos, a nuestras familias hoy más que nunca.
Nosotros con la aflicción de cubrir nuestras necesidades básicas, en una mezcolanza del mal manejo de la tecnología en cuanto al uso y abuso del espacio cibernético, el cual trasladamos a nuestras descendencias, logrando con esto un estado absoluto de incomunicación con nuestros seres queridos y dependientes próximos, y en la mayoría de las veces sumergidos en la navegación del internet en mares de banalidades, por no tener tiempo para reflexionar y analizar lo fácil que nos llega tanta información, parte de ella de mucha utilidad y otro tanto de toneladas de basura que se cuela por las llamadas “redes sociales”.
Basura que no podemos controlar y que llega impunemente a nuestros hijos, porque no tenemos el tiempo para convivir con ellos, porque esos tiempos de que en la hora de los sagrados alimentos además de nutrir nuestro organismo, se nutrían nuestros principios morales, se reforzaban nuestros valores universales y lo más importante, nuestros padres y nosotros estábamos enterados de nuestros triunfos y fracasos, y se tenía tiempo para reflexionar, corregir y caminar más seguros hacia nuestras inquietudes próximas.
No, no se trata de ser fatalista, se trata de hacer un pequeño esfuerzo y retomar, aún es tiempo, lo bueno de esos momentos en que el concepto de “FAMILIA”, era algo definido y de una manera u otra fortalecía el desarrollo de nuestra nación.
Estamos viviendo hoy más que nunca gracias a el mal uso de los adelantos tecnológicos, un desamarre desgarrador en nuestras familias, trayendo por consecuencia un resquebrajamiento social del cual se están aprovechando y sirviéndose con la cuchara grande, una pequeña pero organizada masa humana de ambiciosos que hacen y deshacen lo que se les da la gana, desde los puestos públicos, hasta en gran parte del territorio de nuestro país, del cual se han apoderado para ostentar el poder que les reditúa en grandes riquezas, a costilla de los pocos núcleos productivos que aún quedan.
Que no te de pena, reúne lo que tienes, lo que es realmente tuyo, y que debes de proteger y conducir hacia un futuro más promisorio, tu familia.
Que todos pongan de su parte para poderse reunir de nueva cuenta y convivir, y así darse cuenta de que hay mucho de bueno en cada uno de ustedes.
¡Ah!...Pero eso sí, cuando lo logres, lo primero que se tiene que hacer es dejar todo aparato de comunicación apagado y alejado de donde sea la reunión.
No lo tomes a mal querido amigo, estimada amiga, este ejercicio será sumamente estimulante para todos.
Espero estar de nuevo ante tus ojos el próximo mes, y mi recuerdo por siempre a mi hermano RAFAEL AGUIRRE RIVERA y me felicitación a su valioso equipo que continúan cumpliendo con este compromiso para con la comunidad de Cozumel .
0 comentarios :
Publicar un comentario