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10 feb 2014

Ínsula de Eterna Voz

EL ALMA DE LA TIERRA
El joven fotógrafo Robin Canul Suárez habló con nosotros sobre su más reciente exposición en Cozumel.

“Tenemos un rostro; somos un árbol milenario”, escribió el poeta Ramón Iván Suárez Caamal para introducir al público a la exposición fotográfica Somos de maíz, de Robin Canul Suárez. La obra del joven fotógrafo campechano, al tener raíces tan profundas y limpias, está llena de esperanza. Esto se percibe en los rostros infantiles que aparecen en numerosas ocasiones: algunos niños sueñan; otros contemplan; otros miran el mundo con inquietud; pero todos están profundamente vivos y llegan a convencernos de que no importa que a veces la vida sea difícil porque el alma regresa a la infancia y la fe como el cuerpo regresa a la tierra. Las fotografías de Canul Suárez forman un caleidoscopio que resultan del arte de contemplar e interiorizar emociones que estaban ahí antes que la humanidad; que estaban ya en el viento antes de que brotara el maíz: “Mi abuelo era campesino y contemplaba la naturaleza de una manera que no es fácil de comprender para los jóvenes. Mi abuelo es de tierra, y los niños que se ven en mis fotografías son herederos de ese mundo primigenio. De hecho, durante sus últimos años de vida mi abuelo ya no podía escuchar bien; pero no le hacía falta porque él sentía la tierra: estaba en su piel”, nos dijo Robin Canul al presentarnos la exposición. Probablemente, la fotografía más bella del recorrido es la que muestra el perfil de su abuelo, Dios de monte, un anciano cuyo rostro se parece a la tierra labrada, esculpida por el sol y las tormentas. “La fotografía es un oficio mágico; tiene la terquedad de detener el tiempo”, expresó el artista con la certeza de ser un taumaturgo.
Somos de maíz es un homenaje a los abuelos del fotógrafo, a nuestros ancestros y a nuestra cultura milenaria: “Las autoridades nos venden a la cultura maya como algo muerto. La realidad es que no se ha perdido. Poca gente lo sabe pero el turismo rural ha tenido éxito en muchos pueblos debido a que nos permite un acercamiento real con los herederos de esa gran cultura.” El artista también nos habló de la neoartesanía, que combina el valioso trabajo de los artesanos locales con la mercadotecnia y el diseño.
Otras de las fotografías que forman parte de la exposición son El tiempo entre hilos, las manos de un hombre que siempre estuvo en contacto con la tierra y durante sus últimos días toma los hilos de la hamaca con la intención de recordar una vida que se fue tan rápido como los sueños. Último adiós narra el inicio de un viaje y anuncia algunas nubes. Volar es posible es la historia de una niña que nos demuestra que todo es posible cuando el corazón es puro. Por otro lado, Vida y muerte es la sorprendente imagen de la inocencia y la alegría ante la muerte. Invitamos a nuestros lectores a esta exposición que no por ser de un artista joven carece de originalidad e intensidad.

Por Lourdes Rangel Angulo

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