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y en 28 años ¡seguimos cumpliendo!

8 ene 2014

Sin Tapujos, Enero 2014

Alguna vez escuché decir a una reconocida artista que para ser feliz había que ser tolerante. Si pensamos en la tolerancia dentro del contexto mexicano, percibimos enseguida que los distintos grupos de la sociedad tienen ideas muy diversas, posiciones que pocos están dispuestos a escuchar o a tomar en cuenta con el fin de mejorar las condiciones de vida de los sectores más amplios y desprotegidos del país.
La intolerancia divide a los pueblos y los hace incapaces de afrontar las crisis económica y moral que vivimos actualmente. Una de las maneras más dolorosas de intolerancia es el no valorar el trabajo y la creatividad del hombre, lo cual es sin lugar a dudas una forma de tortura psicológica con repercusiones sumamente negativas en nuestra autoestima y en la imagen que los mexicanos proyectamos hacia el exterior. Este método de sometimiento ya había sido utilizado con éxito por los colonizadores españoles para imponer su cultura y satisfacer sus intereses, y se estila todavía para que ciertos grupos continúen dominando el país. Es decir, como en la época de Cortés, algunos niegan la inteligencia y el esfuerzo de nuestros más notables compatriotas con el fin de hacernos creer que nuestra situación no puede cambiar. Esto es visible hasta en los partidos de futbol. Pero, ¿si creyéramos en nuestro potencial y respetáramos sin envidias el trabajo del vecino o la inteligencia de nuestros compañeros, nuestro país no sería mucho mejor? Esta vez no se han quemado códices sino que nos han hecho creer –y esto en muchos países emergentes— que las humanidades y el arte deben hacerse a un lado para que las disciplinas que “le dejan dinero a un país” tengan mayor auge.
La forma de intolerancia más contundente es callar las voces de los pensadores y los artistas, porque son expresiones que surgen del alma, de un esfuerzo superior por entender y ayudar a la humanidad a superar rencores y limitaciones. Por otro lado, los grandes artistas mexicanos son quienes han dado la mejor cara de nuestro país al mundo. A México se le conoce por sus espectaculares ruinas prehispánicas, por sus excepcionales edificios coloniales, por su alegre y sabia música, por la pintura de Frida Kahlo, por el pensamiento de Octavio Paz, entre muchos otros discursos de gran riqueza que le han dado a México un puesto de primer nivel dentro de la cultura. Si permitimos que materias como historia o filosofía pierdan importancia ante nuestros ojos, estamos condenados a ser esclavos de la globalización, seres sin identidad ni rumbo, víctimas de la apatía y la desvergüenza. La tolerancia es la mejor manera de luchar contra la ambición y el egoísmo. Esperemos que pronto se haga énfasis en el desarrollo del pensamiento y la sensibilidad porque no hay otra manera de hacer entender a las futuras generaciones que no es necesario tener riquezas ni poder para ser feliz. Comparto con nuestros lectores una frase que leí en una Navidad: “La verdadera riqueza está en entender que con muy poco podemos ser muy felices.”
Por: Lourdes Rangel Angulo

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