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8 ene 2014

Contrapunto: Los Verdaderos Culpables

Esto de las redes sociales de repente se vuelve cansado y repetitivo. Con esto de la reformas de Peña Nieto todos los días uno se encuentra con mensajes de usuarios molestos que expresan su descontento por la aprobación de dichas reformas.
El problema es que la inmensa mayoría de ellos son simplemente peyorativos. Carecen del más mínimo argumento para sustentar su punto de visto.
Me llamó particularmente la atención los mensajes que fueron desplegados en las redes sociales cuando la senadora del Movimiento Ciudadano Layda Sansores tomo la tribuna y terminó su intervención diciendo ¡Vayan y privaticen a la puta madre que los parió!
En la cámara de diputados las cosas no son muy diferentes. La diputada Karen Quiroga golpeó, si como lo lee, a la diputada del PRI Landy Berzunza. Poco antes el también diputado del PRD Antonio García Conejo se desnudó en plena cámara de diputados para mostrar su rechazo a la reforma energética. Mientras que el diputado del PAN Humberto Niño de Rivera se tuvo que disfrazar de policía del D.F. para poder ingresar a la Cámara de Diputados ya que los simpatizantes de MORENA impedían el paso a la cámara de diputados para “evitar” la aprobación de las reformas. En otro momento los diputados del PRD pusieron candados a las puertas del recinto para que los otros diputados no pudieran entrar y aprobar las reformas. ¡Hágame usted el favor!
Muchos usuarios opinaron que la senadora había hecho lo correcto, que tenía muchos pantalones. A mí la verdad me parece un tristísimo ejemplo del nivel de nuestros gobernantes. Para empezar ese no es el lenguaje que uno esperaría de un senador de la república. Segundo la expresión carece de cualquier tipo de argumento, simplemente insulta y descalifica a aquellos que piensan diferente. Mi humilde opinión es que la señora Senadora mostró una enorme falta de educación, un enorme falta de respeto para todos los ciudadanos que piensan distinto de ella, y nos muestra con toda claridad el nivel de la discusión en la máxima tribuna de la democracia en nuestro país.
Cada uno de nuestros diputados nos costó en el año 2013 la grotesca cantidad $233,527 pesos al mes. ¿Les pagamos esa enorme cantidad de dinero, para que se encueren, se insulten y se golpéen entre ellos?
En democracia mandan las mayorías. Las reformas se aprobaron simple y sencillamente porque hubo más diputados y senadores a favor de aprobarlas que en contra de ellas. La forma de evitar que una reforma o ley se apruebe o no, consiste, o debería de consistir en convencer a más diputados y/o senadores para poder contar con los votos suficientes.
La parte fundamental de la democracia es el entender que el que otras personas piensen diferente a uno y no las convierte en idiotas, retrasados mentales o traidores a la patria.
Las tribunas de la cámara de senadores y de diputados deberían de ser el espacio para que las mayorías escuchen los argumentos de las minorías y viceversa y dónde al final de cuentas, sin importar

el resultado de una votación en particular se debe de entender que siempre es la democracia la que gana y no un partido o grupo el que pierde. En democracia siempre es posible cambiar las cosas, sólo hay que tener más votos.
Si uno es demócrata, pues tiene que aceptar las buenas y malas. Sin embargo el asunto no es tan simple ya que en la democracia la mayoría gana, pero en el caso de México muchos podrían argumentar sobre la falta de legitimidad de las mayorías. Pero en este caso habría que cuestionar la legitimidad de todos los legisladores de todos los partidos ya que creo que difícilmente alguien no estará de acuerdo en que todos los partidos tienen exactamente las mismas malas mañas.
Tristemente en nuestro país, nuestros “representantes” populares difícilmente representan los intereses de quienes los eligieron. La democracia mexicana se volvió una partidocracia que pareciera cada vez se encuentra más desconectada de los ciudadanos a los que dice representar.
Es innegable que la corrupción campea en todas las instituciones y en todos los niveles de gobierno. A final de cuentas la compra de votos es una especie de corrupción a la inversa donde es la institución pública la que corrompe al ciudadano. La compra y coerción del voto indudablemente distorsionan a la democracia. Tristemente esta práctica es realizada por todos los partidos lo que en el mal sentido “empareja” la cancha electoral.
A final de cuentas somos nosotros, los ciudadanos los únicos y verdaderos culpables.
Si no queremos a los que están, pues hay que votar por otros. Si no nos gustan las cosas como son, hay que votar por quien proponga cambiarlas. Si no cumplen lo que prometieron, hay que votar por otros que si cumplan. Si no representan los intereses de quienes votaron por ellos, pues hay que votar por otros que si lo hagan.
A pesar de todo, poquito a poquito, se van dando los cambios. La aprobación de las candidaturas ciudadanas nos da la posibilidad de votar por personas que no representen los intereses de un partido.
La recientemente aprobada reforma que permite la reelección nos permitirá premiar a aquellos que hacen bien su trabajo.
Falta eliminar a la bola de zánganos conocidos como plurinominales, una forma efectiva de referéndum ciudadano y la segunda vuelta electoral para poco a poco seguir inclinando la balanza a favor del ciudadano.
A final de cuentas, nosotros somos responsables de lo que nos pase.

No se le vaya a olvidar

Con esto de la reforma energética, supuestamente van a bajar los costos de los energéticos como la gasolina, el gas y la luz.
¡Yo no lo creo! Así que le propongo querido lector que guarde en algún lugar su último recibo de la luz y del gas para que dentro de un año cuando esté terminando el 2014 podamos ver si nos cumplieron y efectivamente bajaron los precios.
¿Será?

Por. Adrián Toledano

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