Cumplimos 28 años...
y en 28 años ¡seguimos cumpliendo!

31 mar 2014

Sin Tapujos Marzo 2014

Por Lourdes Rangel Angulo

El 8 de marzo se festeja el Día Internacional de la Mujer; pero poco importa este homenaje mundial si no decidimos unirnos y apoyarnos para terminar con todas las injusticias que se cometen en contra de nuestro género. Recuerdo que cuando estaba en la secundaria, a fines de los años ochenta, un maestro nos preguntó: “¿Saben ustedes quiénes son las personas más misóginas que existen?” La verdad es que nadie imaginaba la respuesta que se nos daría. Cuando mi maestro dijo: “Las propias mujeres”, me costó mucho trabajo creerlo. Sin embargo, debo decir con tristeza que muchas veces he tenido que darle la razón. Si bien, he conocido a mujeres maravillosas que ayudan a los demás; que dan la vida por sus hijos; que luchan incansablemente por el bienestar de sus familias, también he observado la enorme falta de solidaridad entre nosotras; es necesario educar a las nuevas generaciones de niñas para que tengan cariño, consideración y respeto por todas las mujeres, desde la mayor de la casa hasta la más pequeña.
Para lograr este objetivo es trascendental que una mujer empiece por respetarse a sí misma. Si los padres tratan bien a sus hijas y su esposa, si las valoran como seres humanos pensantes y sensibles, ellas tendrán la fuerza para darse a respetar y hacer valer sus derechos. Si los padres olvidan que una niña es un individuo que merece una vida profesional exitosa y un trato digno, será muy difícil que ella distinga entre el respeto por los demás y el miedo a ser libre. Desafortunadamente, el hecho de que la mujer estudie o tenga un ingreso fundamental para la sustento de la familia, no ha contribuido a hacer más felices a las parejas ni a los hijos. Por supuesto, el problema no es que la mujer trabaje o se supere, sino que ella permita agresiones físicas o psicológicas. De hecho, en ciertos sectores de la sociedad, conforme mayores son las aportaciones de la mujer al hogar, más se permite el maltrato con tal de que el hombre sienta que no ha perdido autoridad.
El respeto de una mujer a sí misma es el mejor homenaje que se puede hacer a todas las demás mujeres: dignificar nuestro género; es decir, tener valor y fortaleza; honrar a nuestros padres en todas las circunstancias; tratar de superarnos todos los días; escoger una pareja respetuosa y con principios; hacer saber a nuestros hijos que son lo más importante para nosotras; valorar los esfuerzos de otras mujeres; procurar que nuestros sentimientos sean constructivos y respeten la felicidad de los demás. Si todas nos comprometiéramos a cumplir con estos puntos, no habría divorcios, ni embarazos no deseados, ni niños abandonados, ni familias disfuncionales, ni tantas injusticias laborales, ni tanta gente sola. La unión familiar repercute incluso en la economía. En una película francesa, uno de los personajes dijo con mucha razón: “El padre vive con uno de sus hijos; la madre, con el otro. En lugar de pagar una renta, pagan dos. Esto hace que un departamento o una casa tengan mayor demanda y sean más caros”. El egoísmo hace que la vida sea muy cara. Desde mi punto de vista, las mujeres tenemos mayor responsabilidad y poder para cambiar las cosas.

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